El oso panda, un animal icónico asociado principalmente con China, tiene sus raíces en España según descubrimientos científicos recientes. Investigaciones realizadas en 2012 revelaron que los ancestros del panda gigante surgieron en lo que hoy es España hace aproximadamente entre 11 y 12 millones de años. Este hallazgo fue posible gracias a la identificación de fósiles de Agriarctos (ahora Kretzoiarctos) beatrix en yacimientos en Barcelona y Zaragoza, siendo estos los restos más antiguos conocidos de este linaje zoológico.
Origen en España y migración a China
Los fósiles encontrados en España indican que el panda gigante evolucionó a partir de formas más primitivas que habitaban en la región. A pesar de que hoy en día solo se encuentre en Asia, el linaje del panda gigante se rastrea hasta Europa, específicamente a España. Se cree que estos animales migraron a China en algún momento de la historia, estableciéndose como la especie emblemática que conocemos hoy en día.
Un estudio reciente ha ampliado este conocimiento al descubrir restos del antepasado más antiguo del oso panda en Alemania. Los restos fosilizados de la especie extinta Kretzoiarctos beatrix fueron encontrados en Allgäu, Alemania, siendo esta la primera vez que se identifican fósiles de este animal fuera de la Península Ibérica. Esto sugiere una conexión más amplia entre la evolución del panda gigante y su presencia en diferentes regiones de Europa antes de establecerse en Asia.
Dieta y características del antepasado del panda gigante
Kretzoiarctos beatrix, el antepasado más antiguo conocido de los pandas gigantes modernos, vivió hace aproximadamente 11 millones de años. A pesar de ser ligeramente más pequeños que las especies actuales, estos pandas extintos eran animales corpulentos capaces de pesar más de 100 kilogramos. A diferencia de los pandas modernos, K. beatrix era un omnívoro que se alimentaba tanto de plantas como de carne.
Estudios han demostrado que el oso de Hammerschmiede en Alemania, perteneciente a la especie Kretzoiarctos beatrix, no se especializaba en plantas duras como sus descendientes modernos, ni se alimentaba exclusivamente de carne como los osos polares. Esta especie extinta tenía una dieta más similar a la de los osos pardos modernos, que incluía tanto material vegetal como animal.
Últimos ‘parientes’ del oso panda en Europa
Además de ser el lugar de origen del oso panda, España también albergó a los últimos parientes europeos de esta especie. En 2019, paleontólogos españoles descubrieron fósiles de un animal del género Indarctos en Teruel, que se estima vivió en la región hace unos 6 millones de años. Este animal, emparentado con el panda gigante, representa el último oso panda que habitó en Europa.
El análisis de los restos del esqueleto postcraneal y la dentición de la especie Indarctos punjabiensis encontrados en Teruel reveló similitudes con el panda gigante actual. Estos osos eran predominantes en las comunidades de carnívoros durante gran parte del Mioceno superior en la Península Ibérica, conviviendo con otras especies como hipopótamos, rinocerontes y proboscidios.
El esqueleto de Indarctos indica que era un animal principalmente omnívoro, con una dieta que incluía tanto material vegetal como animal. Las crías tenían la capacidad de trepar a los árboles para escapar de peligros, mientras que los ejemplares adultos poseían un gran tamaño y poderosas zarpas para defenderse de posibles amenazas.
Conclusiones finales
Los descubrimientos sobre los orígenes del oso panda en España y su evolución a lo largo de millones de años aportan información valiosa sobre la historia de esta especie icónica. Desde sus ancestros en la Península Ibérica hasta su migración a China, el panda gigante ha dejado una huella significativa en la evolución de los mamíferos en Europa y Asia.
La importancia de estos hallazgos radica en comprender la diversidad y adaptabilidad de los osos pandas a lo largo del tiempo, así como en ampliar nuestro conocimiento sobre la evolución de las especies en diferentes regiones del mundo. El legado de los osos pandas en España y Europa sigue vivo a través de los fósiles descubiertos, que nos permiten reconstruir su historia y comprender mejor su papel en el ecosistema global.